29 de marzo de 2011

Un día diferente

Daniel Ojeda

   Me encontraba acostado en mi cama mirando en dirección al techo, sin nada que hacer más que escuchar el sonido de las agujas de mi reloj mientras que diversos pensamientos iban y venían dentro de mi cabeza.
    “Que día tan aburrido”, susurré, seguido de una pregunta “¿Qué puedo hacer para dejar el aburrimiento?” Me levanté de la cama y miré detalladamente a mi alrededor en busca de cualquier medio de diversión que me tuviera entretenido por un tiempo. Miré hacia donde estaba mi PC y recordé que por culpa de los virus  se encontraba en mantenimiento. Volteé mi mirada hacia la derecha y observo detenidamente mi guitarra. Me formulo a mi mismo una pregunta: “¿Será que toco un rato?” Y de la misma forma me respondo: “¡Na!, hace rato estaba tocando, no tengo ganas ahorita”. Otra idea más descartada. Miro el televisor y lo prendo con el control. Entonces comienzo un largo recorrido por todos los canales. Nada bueno ni entretenido que ver.
    No sabía ya que hacer en mi cuarto, así que recorrí mi casa lentamente, arrastrando mis pies en busca de un objeto o algo que me mantuviera distraído un buen rato. Pero no encontraba nada. Regreso a mi cuarto y sigo pensando mientras miro la pintura blanca del techo. En ese momento una idea pasa por mi mente, recordé un día de vacaciones en el cual me encontraba con la vieja consola de videojuegos. “¡Ya sé!”, exclamé, “puedo jugar “play” (PlayStation) hasta que llegue mi madre y después hablar un rato con ella”.
   Me acerqué hacia el estante donde se encontraba mi televisor, debajo se encontraba mi “play” uno; aquella vieja consola que leía CD. Más abajo veo mi viejo estuche de juegos, lo tomo y reviso detalladamente cada uno de los juegos en busca de uno que me gustase. Por fin encuentro algo “The Legend Of The Dragon”, uno de mis juegos favoritos. Sonreí recordando aquellas tardes que de niño jugaba horas y horas ese juego. Tantos recuerdos.
    Coloco el CD en el “play” y lo prendo. Veo los colores y escucho los sonidos que no apreciaba desde hace mucho. Tenía muchas ansias, carga y empiezo a jugar. Veo esas gráficas viejas que, aunque no eran tan buenas como las consolas de hoy en día, lograban hacer volar mi imaginación. Jugué aproximadamente dos horas. En un punto determinado del juego, noto que no avanza. Escucho un sonido, como si algo se estuviera arrastrando. Me acerco al “play” y, para mi sorpresa, el ruido provenía de él. Presioné los botones para arreglarlo, pero nada. En ese momento llegó mi mamá. Me alegro de escuchar el sonido de las llaves entrando en la cerradura. Antes de que ella entre, apago la consola. Un poco deprimido pienso “¿Será que ya no da para más? Lo desenchufo y reflexiono “tanto tiempo sin usarlo y tomando en cuenta todo lo que jugué en el pasado, me hacen creer que el tiempo ya le está pasando la factura a esta vieja consola”.


0 comentarios:

Publicar un comentario

 
Design by Wordpress Theme | Bloggerized by Free Blogger Templates | free samples without surveys